Poco tiempo antes de irnos llegó Sálmata. La mujercita de Abdoulaye y Nadmija. Una beba preciosa. Me hubiera gustado verla crecer.
Abdoulaye se ocupó del parto que por supuesto se realizó en el piso sobre una estera y también de cortar el cordón umbilical con una vieja "gillette" que seguramente tenía guardada de los partos anteriores.
Bello el padre y bella la hija
Una hermosa familia tchadiense con la que nos tocó compartir una parte de nuestras vidas y desearía ahora haber sido menos tímida y no tan respetuosa del otro. No para lastimarlos, sino para ofrecerles mucho más afecto y cariño. Pero me parecía que debía estar a cierta distancia para respetar su cultura. No invadirlos ni pretender cambiarlos. De hecho ya los asombraba y divertía enormemente cuando le daba unos soberanos besos en los cachetes a Adoum. El tío se reía a carcajadas pues no es costumbre de ellos besar en público y tal vez ni siquiera se den esos besos ruidosos y golosos que nosotras les damos a los chicos que queremos mucho.
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